ZAS SALUD

LA RUTINA Y LA FATIGA MENTAL: ¿CÓMO COMBATIRLA?
Por María del Mar.


  • La fatiga mental se desarrolla cuando nuestra ocupación diaria (sea un empleo, las actividades de la casa, o el estudio), requiere de nosotros un esfuerzo superior al que podemos dar. Se da principalmente en ocupaciones sedentarias que necesitan que se les preste mucha atención, gran esfuerzo intelectual, o intensa implicación emocional. Una dieta y rutina poco cuidada también la estimula.

Tuxpan, Ver. a 18 de Enero de 2012

¿Cómo distinguirla del cansancio normal? La fatiga mental suele presentar síntomas parecidos a los de la depresión: falta de interés, incapacidad de mantener la atención, trastornos de sueño, mareos, dolores de cabeza, molestias estomacales y de garganta; mientras que el cansancio es agotamiento más que nada físico, y sólo requiere relajación.

En cualquier caso, la solución parece sencilla: necesitamos descansar. Pero es más fácil decirlo que lograrlo. No es cuestión de acostarse y dormir únicamente: necesitamos cambiar ciertos hábitos cotidianos para desterrarla del todo. Empezaremos mejorando y balanceando nuestra dieta, incluyendo colaciones entre comidas para “recargar la energía” y descartando el café. Si tenemos tiempo, es importante incluir en nuestra rutina algún tipo de ejercicio físico que despeje nuestra mente: natación o caminatas son los más recomendados. Y en tercer lugar, estableceremos horarios de descanso: es necesario dormir lo que el cuerpo necesita, así que entre semana acostarnos temprano es importante.

Ahora bien, también tenemos que variar el enfoque que damos a nuestra actividad, ya sea en nuestro lugar de trabajo, o según nuestro método de estudio, o nuestro orden de tareas. Establezcamos objetivos parciales: no pensemos todo el tiempo en grande, veamos cada árbol del bosque, y así vamos a poder apreciar cada cosa que logramos terminar.

Establezcamos estas pequeñas metas de forma conciente y responsable: si no las cumplimos en los tiempos que pensábamos, podemos terminar perjudicándonos otra vez. También, consideremos la inclusión de pausas programadas; pero de verdadera desconexión de la tarea que venimos haciendo: lo ideal es poder movernos del lugar donde estamos, y si podemos escapar al aire libre, mejor. Un último punto a observar es el ambiente de trabajo, necesitamos un lugar que propicie la concentración y no que requiera un esfuerzo de más para lograrla: es importante que la iluminación sea adecuada, que no haya humo viciando el aire, ni ruidos molestos.

Entonces, si notamos que necesitamos chequear varias veces nuestras acciones, nuestro ritmo de trabajo está más lento y aplazamos las tareas más difíciles porque nos sentimos cansadas, hacer estos pequeños cambios pueden darnos muy buenos resultados. Aunque, por supuesto, si continuamos fatigados, una consulta al médico nos aclarará el panorama.

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